lunes, 4 de octubre de 2010

Cadáver Exquisito


Además de todo esto, además de verme más allá de la línea que proponen los que saben, cayó el silencio. Una y otra vez ese instante de vacío que irrumpe en cada ambiente, en el alma del siguiente orador, y en el seno de su propia resignación. Al final solo quedan esas puntas, me recordaba esa caricia que ameniza, duele y mata. Penetra en cada fibra de nuestro cuerpo y nos convierte en cada instante. Retiene el deseo de entender el exterior, cuerpo y tiempo unidos en una misma burbuja que alcanza su máxima expresión respirando... Un estado del alma, una mirada complaciente y una pregunta que sentenciaron sus labios.
La ilusión de transformar mediante la ilusión opaca la necedad de caminar sin la ilusión de un sol más cálido. Amanece y crece!

Pablo
Lucía

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